En el artículo titulado «K-pop fan labor and an alternative creative industry: A case study of GOT7 Chinese fans», la investigadora Meicheng Sun construye un estudio de caso en el que describe y problematiza los impactos y el trabajo reales de los fanáticos chinos de K-pop en el posicionamiento, mercadeo y difusión de sus ídolos. En concreto, su investigación analiza cómo los “fandom”, o fanáticos, del grupo surcoreano GOT7 tienen una repercusión potente y una acción creativa rastreable en el contexto social.
Desde su irrupción hacia los años 90, la industria del K-pop ha dinamizado un fuerte aparato comercial que incluye —además de la propia música— dimensiones de la moda, los medios de comunicación, las actividades culturales y los estilos de vida que trascienden a escenarios transnacionales. Sin los colectivos de fanáticos nada de esto sería posible, pues su trabajo creativo implica la resignificación del propio trabajo de los artistas más allá del marketing industrial impulsado por las empresas discográficas, con las que no siempre se sienten identificados. Esto quiere decir que, en simultáneo al marketing instaurado por los canales oficiales de los ídolos, los fans desarrollan un trabajo creativo permanente con el cual buscan promocionar y posicionar a los grupos de artistas coreanos.
Para el caso concreto del colectivo de artistas masculinos GOT7, los fandom ejercen trabajos más o menos comprometidos. M. Sun propone que las acciones de los ídolos se pueden clasificar en tres grupos: los fans especializados, que han profesionalizado su trabajo con dispositivos y estrategias tecnológicas de difusión con los más altos estándares; los fan de dirección, que actúan como nodos locales en prácticas como organización de eventos, celebraciones o mediatización de contenidos; y los fan no cualificados, que apoyan a sus ídolos a través de prácticas monetarias y estéticas permanentes, aunque con un grado de compromiso menor.
Cabe señalar que las personas que disfrutan de la música, pero no hacen contribuciones económicas al éxito de los artistas, no clasifican como fans en sentido estricto, pues este ejercicio, en cierto sentido, adopta la configuración de un activismo sociocultural; el hecho de movilizar la economía alrededor del proyecto artístico marcará la diferencia entre ser un fan auténtico o un receptor pasivo de las producciones musicales. Ser fan implica movilizar múltiples recursos: creativos, monetarios y sociales, y su intención es la de provocar repercusiones particulares en el medio, como mayores votaciones en escalas de ratings, comercialización permanente de merchandasing o esfuerzos por mantener en vigencia las nuevas canciones o álbumes en redes y plataformas sociales, así como en los distintos espacios sociales en que se movilizan o actúan los artistas.
El estudio de caso deja entrever, entonces, que los fanáticos del pop coreano son sujetos activos y no meros receptores de productos culturales. Su relacionamiento con los ídolos pasa por una reapropiación constante de sus canciones, estilos de vida y actuaciones en contextos sociales singulares. El esfuerzo por la visibilidad y prestigio proviene de múltiples espacios que sobrepasan los circuitos oficiales o mainstream de los grupos k-pop: el de los fandom es un compromiso individual y colectivo, un autorreconocimiento de sus roles y agencias, una apuesta activa por reivindicar el trabajo artístico, valores y estilo de vida de sus ídolos.
Referencia: Sun, M. (2020). K-pop fan labor and an alternative creative industry: A case study of GOT7 Chinese fans. Global Media and China, 5(4), 389-406.